En Zona

domingo, 20 de junio de 2010

Saramago y las palabras


Y como siempre suele ocurrir, se terminó por morir un tipo flaco, alto, algo encorvado, que escribía, que solía escribir muy bien y que, además era un hombre solidario, que buscaba ayudar a aquellos, nuestros iguales, que padecían en el mundo entero.
Quien quiera solamente quedarse en el margen de su literatura, ahí tiene sus libros. Son buenos, notables, impresionan y dan perfectas lecciones de eso que academicamente se llama literatura. Además está su premio nobel. Por si sirve de algo.
"El Año de la Muerte de Ricardo Reis", fue el primer libro que leí de José Saramago. Es tal vez el único que libro que conservo a pesar de las mudanzas, los cambios de barrios, de países y de ciudades que he hecho. El camino por una Lisboa añeja, vista por los ojos de este heterónimo de Fernando Pessoa, el más grande de los poetas portugueses de siempre. Pero Saramago, va más allá, recorre de forma diestra las vidas de este otro hombre y nos conmueve. Me conmueve cada vez que lo releo.
Recuerdo el discurso de aceptación del Nobel, allí este hombre alto, flaco, encorvado narró como su abuelo, un analfabeto, como toda su familia, cuando supo que se iba a morir, abrazó a cada uno de los árboles de su casa, para despedirse con amor, de aquellos que habían sido testigos de su vida. Con serenidad, se despidió de las cosas que lo rodeaban, ejerciendo ese derecho íntimo de alejarse bien de esta vida.
Hoy el Vaticano, esa jefatura de policía medieval que rige como debe ser el amor inventado por ellos, acaba de publicar una extensa y furiosa crítica para con este hombre. Seguramente los dueños del paraíso, con este insulto a un cadáver, que ya no es Saramago, volvieron a demostrar que lo suyo, es el abuso de menores y la bendición de dictadores y torturadores en nombre de un Dios, aparentemente insatisfecho con las obras de los hombres en su territorio.
"Memorial del Convento" y "El Evangelio Según Jesucristo", fueron los dos pilares, que destaparon las iras de cardenales, obispos y papas, quiens hablaron con el altísimo para que Saramago vaya al infierno, sin saber los prelados, que el infierno es éste en donde vivimos alegremente, entre guerras, asesinatos, dictaduras, falta de comida, ajustes patronales, desiertos interminables y todas esas cosas, que de tanto en tanto suelen, estos señores bendecir como la obra de dios en la tierra.
Con un talento notable, Saramago reinventó la historia, basada siempre en hechos reales. Se mezcló por momentos, con la mejor literatura de ese otro continente conquistado a fuerza de cruces y arcabuces. Algo que llamaron "realismo mágico". Ahí, en esos tres títulos por ejemplo, figura la inagotable capacidad de José Saramago para inventar historias, que durante años acompañó vidas y milagros, de nosotros.
Pero Saramago no se refugió en una isla para alejarse del mundo. Estuvo en cada sitio de este mundo que requirió de su presencia. Estuvo con los que no tienen voz a cada paso, que ellos daban. Participó en cada acto de justicia que requiriera de él. Habló por los que no pueden hacerlo, denunció a aquellos, que el poder nunca denuncia. Señaló junto con millones a esos otros que provocan el dolor de tantos otros que carecen hasta de nombre y apellido.
Saramago fue un intelectual al servicio de una sola causa: la justicia y allí, también produjo abundante material, que sirvió para no claudicar, para no desfallecer en este recorrido, que hacen los que tienen memoria, los que persisten, los que, como decía Bertold Brecht, luchan toda la vida.
Se murió ese hombre siempre viejo, flaco, alto, encorvado que nos regaló quizá las mejores historias de la segunda mitad del siglo XX y que a su manera, nos hizo persistir en la idea de hacer posibles el mejor de los mundos posibles, a pesar de policías, ejecutivos, políticos, curas y toda esa caterva de tíos que siempre e invariablemente estarán en la vereda opuesta.
Salgo disparando a reencontrarme con algunos títulos de este escritor portugués, para volver a recorrer de su mano lo fantástico y humano, que hubo en su literatura.
Estaremos un poco más huérfanos, pero y eso lo sabemos, pero alguien estará ya preparado para reemplazarlo en este combate de ideas y palabras, que habrán de nutrir nuestro corazón rebelde y empecinado.
Hasta luego.

sábado, 12 de junio de 2010

Hoy juega Argentina


De alguna manera hay que explicar siempre lo que no sabemos explicar. O vivir lo que no sabemos siquiera vivir.
Pero por un momento, somos más felices que el resto de los mortales o por lo menos, sabemos que pertenecemos a una tribu, todavía resistente y pintada para la guerra o en pie de guerra. Por que sabemos siempre o casi siempre, que estamos rodeados y generalmente son para peor.
Seguimos siendo es rara controversia entre salvajes e ilustrados, que viven siempre al borde de lo peor pero que a nosotros nos parece siempre lo mejor. Puro sudor sudaca que seguimos viendo ese cielo azul grande que no es ni azul ni grande como decía el poeta allá por 1500.
Ahora que estoy lejos, en otro barrio, me reencuentro con preguntas, con palabras que me encienden en el color final de esta vida.
Hoy juega Argentina.
Hace algunos días, el presidente de Panamá, la patria de Omar Torrijos, asesinado por la CIA, decidió que ya está bien. Que los domingos se han hecho para trabajar, que es inadmisible que los trabajadores descansen un día a la semana. Que esa patraña de conquistas sociales es un maquillaje falaz de la vagancia, de vagos y malentretenidos, de malandrines que se dicen obreros, trabajadores.
Panamá marca el camino, ese que quieren los empresarios de la globalización, los dueños de políticos guampudos que hacen de sus países, factorías gratuitas de mano de obra sin dignidad ni orgullo. Factorías que un buen día deciden, que otro rincón pobre del tercer mundo es el sitio justo para sus empresas y allí van, dejando atrás a presidente falaces, políticos cornudos y su corte de periodistas gritones y por supuesto a los esclavos sin dignidad ni trabajo.
Hoy juega Argentina
Y desde aquí saboreamos otra vez la posibilidad de abrazarnos un rato a nuestro país. Otarios y piolas, convivimos durante 90 minutos en un sinfín de emociones o broncas tal vez, de alguna gambeta o algún gol a las nubes. Soñadores como somos, tenemos esa tenaz convicción al melodrama.
Entonces, hoy suenan tangos en algunas casas de argentinos, milongas bravas, en otras algo de Cerati, los Redondos también suenan por allá y la Bersuit hace lo propio un poco más acá.
Hoy habrá cervezas o tristezas, pero es casi lo de menos. Por un momento se habrá detenido el mundo y sus injusticias deberán esperar noventa minutos para seguir con su escarnio diario.
Hoy juega Argentina
Lautaro y Camilo siguen creciendo como árboles, como el famoso álamo carolina de Haroldo Conti.
Ellos sabrán contar los cambios, las idas y vueltas de tanta vida suelta.
Son la memoria y los tiempos por venir. La pasión desatada de un mundo, que los merece. Ellos son las puertas por donde habrán de pasar ilusiones y algunas tristezas.
Serán ese árbol que al borde del camino habrán de registrar los cambios uno en uno. Dejarán el detalle justo de una vida que les toca a ellos vivir.
En ellos, viven todos los pibes y pibas, que algún día decidirán que ya está bien. Que la pasión es un misterio, que arrasa todo y construye todo de nuevo.
Porque en ellos, en los Lautaro y Camilo renace la vida, vidita a cada paso.
Los duendes bailarán con ellos mientras pasan las tormentas, las palabras se les amontonarán en el camino y ellos, al final sabrán la verdad de las verdades y querrán como si fuese la primera vez que lo hacen y serán imborrables en la determinación de un mundo, de ellos y definitivo.
Hoy juega Argentina.
Y todos estamos concentrados. Algunos hacemos precalentamiento, otros aflojan las tensiones que anidan en el cuello. Algunos besarán la medallita, otros se harán la señal de la cruz, otro se pondrá la vieja camiseta del equipo de sus amores o la de la selección.
Por un momento estaremos como encendidos. Tratando de vivir esa curda de noventa minutos, tratando de empujar la pelotita al fondo de la red, como si nos fuese la vida en ello o como lo hacía Kempes cuando era una especie de león para tanto holandés de hojalata.
Mañana o pasado, seguiremos con la reforma laboral, con la explotación bien reglamentada y esas cosas. Pero hoy, solo buscamos abrazarnos un rato y olvidar esta condena de amores ausentes y de lejanías inexplicables.
Porque de alguna manera ese invento que es la patria, nos cobija. Nos da señas de identidad. Usamos el vos y el che. Retomamos esa vieja manía de ser lo que somos en países lejanos, elegimos por un momento, ese paísito de veras como decía Benedetti y con cierta distinción, poseedores de paladares negros, seremos técnicos de una ilusión que se repite cada cuatro años.
Hoy juega Argentina
Mientras los empresarios que inventaron la globalización, siguen juntado dinero a costa de los que trabajan, estos comienzan a darse cuenta, que la lucha será larga, que la lucha continúa y que y a pesar de todo, la memoria sigue siendo una herramienta formidable para salir de este letargo que los de siempre llaman post modernidad.
Una cosa es cierta. Europa es de juguete, el euro se desgarra y el discurso de un solo territorio se hace trizas ante la decisión de volver a lo que siempre fue: una vieja señora de derechas al borde de la locura senil.
Habrá que volver a pensar en la resistencia o dejarse llevar y esperar languidamente el camino a la ceniza mientras escuchamos el último de los Cowboy Junkies como una suave banda de sonido final.
Hoy juega Argentina.
Y yo, me preparo mentalmente para ese reencuentro con una Nigeria diferente en un mundial también diferente.
Algunos nos hemos hecho más viejos, pero no más sabios. Otros son más jóvenes y a lo mejor tampoco sabios. Pero todos nos encontraremos en un barcito de un barrio que se llama La Guindalera en una ciudad diferente solo para estar juntos.
Hoy no hay nada más que hacer, salvo vivir este momento y esperar, que la fábrica de milagros atienda y nos regale uno, mientras cerramos todo porque hoy hay fútbol y eso, eso es casi lo único que importa.
Nada más.

miércoles, 2 de junio de 2010

Un poco de poesía

A veces, a uno se la hace sueño la vida. Descubre por ejemplo, que la palabra de los poetas estuvo cerca, en esas aulas de desierto que habitamos entonces y que solemos visitar de tanto en tanto.
Juan Gelman. Juan, es un poeta de esos, que vivían en el barrio, de los que se detenían en el bar de la esquina, a tomar ginebra y mirar por la ventana.
Es de esos poetas que nutren.

Vienen cómo

Cargados de años, sí,
con verdes que fueron
y su fulgor a veces.
¿Dicen algo, dijeron algo
entonces? ¿Y a quién?
No traen
la piedra o el aliento
donde viví de mí.
El sol tiene un animal que no calma.
Pasaron muchos barcos
entre nosotros dos.
Juan Gelman
Mundar

Miro por la ventana. La vecina se está bañando.
A veces la vida es secreta como el lenguaje de los árboles. Cuando conocí la palabra, de la mano de este poeta del barrio de Villa Crespo, se me enturbió la vida.
Yo venía de Spinetta, de Rimbaud, de Yupanqui, de Allen Ginsberg, de Alejandra Pizarnik, de Vallejo, de Federico García el fusilado, de León Felipe y su ya no hay locos.
Venía de otra cosa. De otras cuestiones. De otros amores.
Eran los años de Janis Joplin y Jim Morrison. De la policía brava (algo que nunca ha dejado de ser por otra parte), de los conciertos que continuaban en la comisaría. En fin, de un país, muy parecido a estos que vivimos todavía.
Venía de Clapton y Cream. De los viejos bondis con boletos de colores según las secciones. De el cortate el pelo puto!
Venía de eso y me tropecé con Gelman.
Hago un alto.
Antes en un viaje alucinado a Lobos, leí de un tirón "Operación Masacre" de Rodolfo Walsh. ¿Poesía? A su manera, este ajuste de cuentas con asesinos estatales, encierra una cierta justicia poética. Ese libro, se lo había robado a mi vieja y sin permiso me había ido a Lobos, porque allí Edgardo Suárez un periodista notable, estaba armando el Woodstock criollo.
Llegamos a Lobos, que por esos años era un viaje al lejano y casi áspero y por supuesto, el rock era la música del diablo. Damas, curas, policías y sociedades de beneficencia esparcían agua bendita. Trancaban las puertas cáncel y escondían a sus niñas, de la llegada de los bárbaros y salvajes dementes que solo querían tres días de música, amor libre y vino Tupungato.
Ida y vuelta a Lobos hace cuarenta años.
El librito de Walsh me duró lo que dura un buen beso. Eterno. Porque ahí, descubrí otro camino. Otras letras enseñaban a leer. Así, en esa época en donde no había ni walkman, ni mp3 ni mp4, uno iba cantando con otros. Cuando se cantaba una que sabíamos todos, ahí estábamos entonando canciones de Moris, de Almendra, de Los Gatos o Manal. Cuando no, volvía a mi lectura y dos mundos, diferentes y rabiosamente opuestos, volvían a congeniar.
Aunque ahora y con la distancia del hecho formal de la vida, me doy cuenta que esos mundos no eran tan opuestos.
Vuelvo.
Con Gelman descubro otra forma de expresión. De expresarme al mismo tiempo.
Entre tanta hormona desbocada, discos de rocanrol, acné y una formidable tendencia al priapismo reglamentado y exagerado aterrizo en la palabra dicha por un hombre, al cual le gustaba el tango y que de alguna forma definía la vida, desde otro lugar. Ni bueno ni malo.
Solamente eso.
Una frase dicha por Lobo Amarillo en su poema, el de Gelman por supuesto, "Defectos" dice: "Los blancos contaron un solo lado de las cosas".
Esa madrugada decidí ser indio. Ni blanco ni amigo de, sencillamente ser indio. a partir de ahí, la idea, acompañada por un música diferente a la que él escuchaba con placer, pero igual de formidable, cambió mi percepción de ciertas cuestiones.
A partir de ahí, la poesía se convirtió en una herramienta espectacular, para descifrar todo lo que había por descifrar. Esa madeja inmensa, que algunos suelen llamar historia y que para uno, era nada más que vida y destino.
Desensillo.
Al regreso de Lobos, estaban las locas del rubí esperándonos. Como todos no teníamos sitio en los patrulleros policiales, detuvieron a un colectivo, hicieron bajar a los pasajeros que habían pagado sus respectivos boletos y nos brindaron un viaje gratis a la seccional del barrio de Constitución.
Ahí nos cortaron el pelo también gratis y yo, me llevé un par de empujones por el librito que le había robado a mi vieja y que perdí ahí.
Después, muchas veces volví a comprarlo. Cada divorcio, significaba fundar una nueva biblioteca y una nueva discoteca.
Quiere decir que los divorcios y separaciones tienen un alto grado de docencia, una forma lateral de cultura por sobre todas las cosas. Será algo sarmientino que llevamos impregnado sobre la piel después de tantos actos en patios de colegios, discursos interminables y marcialidades para con las blancas palomitas ¿será?
Sigo.
En Juan Gelman radican la musicalidad de un habla inventado, la variación pertinaz de una lengua, que cuando la leemos, se nos suma a nosotros sin darnos tiempo a tomar distancia para con un idioma no oficial, pero sin embargo intenso, visceral, casi fantástico y tremendamente opositor a toda normalidad del habla señorial.
Es que por si hubiese dudas. Juan Gelman encarna la rebeldía a toda costa. En la contratapas de Página 12, aún hoy, sigue fustigando al poder en todas sus formas. Sigue denunciando a los blancos del Séptimo de Caballería. Sigue dando nombres de aquellos saludables "turritos" que esquilman, matan y sonríen para la foto.
Pero la poesía está también ahí. Solo hay que detenerse, dejar colgados los prejuicios en el armario y prestar atención.
Ellos tienen todo, nosotros tenemos la dignidad y la memoria.
Aclaro.
Aunque nunca hay que aclarar porque oscurece solían decir en Rosario del Tala, los que llevaban por esos años el ganado a pie, hasta los camionos jaula.
Aclaro digo. Salí de la seccional, con un corte de pelo a lo Humberto Primo o americano corto, cortísimo, diez o más años antes de la aparición de Luca Prodam. En la estación, me encontré con otros viajeros, luciendo sus cabecitas esquilmadas al mejor estilo oveja patagónica de dos patas. Al de la guitarra le habían cortado las cuerdas, al de la mirada suave, le había dado un poco de color de mora en los ojos y así.
Volví a casa, la vieja estaba trabajando y puse a reventar Beggars Banquet en el winco mono. La vida sigue y el camino todavía sigue siendo largo, pero todavía faltaba para el diluvio.
Retorno.
El accidente Gelman para mí, terminó convirtiéndose en una apasionada apuesta por lo fundacional, lo fundante y lo fundamental para terminar de definir mi amor por la poesía. No esa que rima guiso con paraíso o argentina con gelatina. Sino la otra, la que se escapa, la que nos desnuda y nos dice que a veces solemos ser paisaje que anda ni más ni menos.
Por otra parte, entre mate y mate, Gelman nos lleva de la mano a otros destinos, nos remueve la densa costra que almacenamos a lo largo de años y años, con el notorio ejercicio de la palabra.
Su último libro se llama "Mundar" pero tiene muchos más, dando vueltas por ahí.
Como nosotros, que desde tiempo inmemorial no podemos quedarnos quietos esperando y tenemos que salir al encuentro de lo que sea, tarareando ahora, una canción de los redondos para entibiar el aire, para celebrar que la palabra sigue siendo nuestra a pesar de los que están en la acera de enfrente y siempre nos miran con demasiada saliva en la boca. A pesar de ellos.
Un abrazo.

martes, 1 de junio de 2010

Alice Munro: a propósito de Secreto a Voces

La lectura tiene sus cosas. Esta por ejemplo, la de dejarnos llevar de la mano, hacia sitios profundos de nosotros mismos y que necesitan un viaje interminable, un desprendimiento audaz de nuestras vidas secretas, aquellas que llevamos todos a cuestas y que a veces, resurgen y nos hacen cometer actos, debajo de nuestras vidas apacibles, aparentemente apacibles, algunas cosas que nos obligan a arrepentirnos pero no renegar de ellos porque sabemos, que no podemos obrar de otra manera.

¿Qué es esto? La sensación que produce la lectura por ejemplo de estos cuentos de la canadiense Alice Munro. Escritora hoy por hoy, considerada una de las mejores del mundo de habla inglesa.

Cada cuento de este libro, funciona como una novela, una pieza de relojería que nos va descubriendo poco a poco, esa secreta pasión por la lectura, ese maravilloso viaje desde las costas de una cierta normalidad administrativa, que demasiadas veces son nuestras vidas. Cuentos ejemplares, que sitúan a la escritora en uno de los lugares predilectos en donde florece el talento.

Cuentos en donde se mezcla la vida. Que se parecen a la vida misma, en donde se entrecruzan aparentemente historias que no tienen nada que ver entre sí, pero que son historias de uno.

Las mujeres de Alice Munro desertan de pronto, huyen, se entregan a otras historias algunas eróticas, otras no. No son mujeres exactamente buenas ni positivas, tampoco son lo contrario. Saben que cualquier elección tiene un precio muy alto que pagar y que lo más deseado en el fondo, puede ser demasiado malo o dañino para los otros. Padres, maridos e hijos, que quedan en el camino de la búsqueda eterna y que en muchos casos solamente esperan o han aprendido a hacerlo, mientras ellas, de alguna manera ejercen el control sobre sus vidas sin importarles jamás el resto.

La estructura de estos relatos es de una complejidad apabullante. En algunos cuentos el tiempo no es cronológico y en otros los personajes suelen ocupar por turnos el centro de la narración hasta conformar un cuadro detallado que con el transcurrir de las palabras se vuelve cada vez más comprensible para nosotros.

Sucede que el tema central de estos cuentos formidables es el poder. El puro poder oculto y bien visible que somete en una lucha despiadada a los géneros. Nudo central en la contundente visión de Alice Munro, quien no necesita más que dos o tres frases clave para definir o sostener gran parte de la lógica del argumento.

Munro a través de su escritura limpia, logra la claridad perfecta en las percepciones, hace revivir los pormenores de cualquier objeto vulgar y transmitirlo en un tono de voz, con las singularidades del habla de alguien.

Cuando uno, lee la primera línea de un cuento suyo uno presiente que ha ingresado en un mundo limitado por las formas, pero en un paisaje ilimitado, casi infinito y es de agradecer, siempre que un autor te lleve de la mano por historias, que son como nosotros y que en el fondo como nosotros mismos, somos limitados o infinitos.

Munro en secreto nos introduce en un mundo de puro realismo, pero lo hace manejando la magia seria, dolorosa e irresistible.

Algo que no es poco.

Un libro entonces para celebrar la buena literatura que se agradece siempre. Siempre.

A pesar de todo

Me sigue gustando el Rock and roll. Me sigue divirtiendo a pesar de tanto tiempo transcurrido. Me emocionan ciertas cosas.
Ese espíritu, ese sonido sucio, a veces filoso. Esa rumorosa sensación de correr hacia ningún sitio, la turbiedad de las miradas afiebradas en un concierto que siempre es el último. La vida vivida en ese borde.
La reedición de por ejemplo Exile on Main Street con sus bonus y sus cositas empresariales, con las fotitos de una época lejana casi insana pero real.
La reaparición de Roky Erickson después de tantos años dejándonos un disco brillante, mínimo pero con esa semilla germinando.
Anoto:
algún día nuestras ciudades, dejarán de tener nombres de exterminadores, torturadores y políticos rancios y pasarán a tener nombre de músicos, poetas y creadores. Que en definitiva son los que hacen grande a cualquier país.
Por ejemplo el bicentenario, en un país militarizado con el mío, se convirtió en una fiesta cultural. Porque allí radica a lo mejor, la conformación como nación, una especie de entelequia militarista que nos han hecho padecer desde siempre y en la cual hemos creído como verdad absoluta y final.
Uno recuerda a cualquier país, por sus creadores no por sus generales de juguete y sus carnívoros admiradores.
Vuelvo:
me sigue gustando una música, que entre otras cosas forjó un estilo de vida. Una consecuencia formal que nos fue rodeando como una madeja.
Una música que nos permitió leer entre líneas otras cosas, otras cuestiones.
Escribo esto y en estos momentos el mundo civilizado, el conjunto de naciones se desgarra las vestiduras por la acción de un estado, que en mar abierto atacó y asesinó a nueve o diez personas que participaban en una acción solidaria con un pueblo cercado.
Israel, el gendarme de los Estados Unidos, el suburbio más caro del país de Obama y amigos, ese portaaviones configurado como nación independiente, acaba de realizar una matanza. Otra más.
Entre los detenidos está Henning Mankell, autor sueco, creador de las andanzas del inspector Kurt Wallander. Sueco, radicado en Mozambique. El iba en ese barco, junto con muchos otros, llevando agua, alimentos a la porción de Gaza cercada por la gestapo de los Estados Unidos.
Paro:
Me gusta el rock and roll, porque de alguna manera siempre simbolizó para mí o por lo menos buena parte del tiempo, un espíritu rebelde. Una música que molestaba, que narraba otra cosa. Que generaba un sonido propio y nos daba a nosotros, una visión diferente por lo menos de cosas tan sencillas como el amor, la guerra y la búsqueda perpetua de otra vida posible. Mejor y viva.
Anoto:
mientras el ajuste siempre se hace invariablemente sobre los que menos tienen, los que menos tenemos seguimos sosteniendo este estilo de vida, que les permite a los que más tienen,eso solamente que sigan teniendo más
Pregunta sin respuesta académica, pero si con respuesta moral. Esa moral, que nos diferencia de aquellos, que roban, asesinan, saquean y que se inventan a cada paso, nuevas y espectaculares reglas de convivencia, para con ellos y no para con todo el resto.
De fondo suena Rip this joint. Algo es algo.Esta canción es anterior a que los Rolling se convirtieran en covers de ellos mismos.Se domesticaran y comenzaran a hacer negocio. Es decir se mueren en este disco y nadie les avisa. Sin embargo, ahí están remasterizados en medio de un caos colosal.
Anoto:
ahora que los estados, ciertos y periféricos estados no existen, mandan a las ong's a hacer o dar limosna,a jugarse el pellejo en pos de una fantasía. Ser buenos a través de unos pocos. Subirlos en barcos o dejarlos en selvas y que resuelvan los problemas que los mismos estados han creado con su retirada eficaz y educada. Y sin embargo ahí van, cientos de muchachos bien intencionados, técnicos preparados, para enseñarles a los dueños de esos territorios como se debe ser políticamente correctos, porque el mundo globalizado de hoy, necesita en definitiva que los buenos perros quieran sus correas y a sus amos.Que los amos juegan ahora a ser buenos.
Pienso:
me gusta el rock and roll, porque en definitiva no es nada más que un cambio. Ni más puro ni mejor, solamente una música que sigue llenando los costados, los intersticios en donde habitamos, el margen correcto. que algunos hemos elegido para vivir o en el que nos han puesto. Me gusta la sensación de libertad que produce la música. La visión de otro mundo, de otra manera posible de entender algo.
A pesar de todo y de todos.