En Zona

sábado, 13 de noviembre de 2010

Postales madrileñas


Día 1
A lo mejor esta sensación de cambio profundo, que se percibe sea solo una metáfora de cierta desesperación, de una cierta vecindad con algo inexplicable. Los otoños y la fisonomía del invierno que se aproxima hacen este trabajo más cercano.
El cambio de paradigmas que le dicen. La destreza cierta por saber que algo no funciona, que ese algo ya no es indestructible, que las cosas cambian y que uno, junto con ellas también.
El mejor disco de Soft Machine, "Thrid" de principios de los sesenta suenan de fondo.
Me pregunto: ¿Cuánto hace que no caminamos por los mismos sitios por los que caminabamos hace años? ¿Cuándo ha dejado de gustarnos aquello que nos gustaba no hace mucho? ¿Cuándo olvidamos el rostro amigo de aquella persona que nos conmovía profundamente? ¿Cuándo nuestro corazón, dejó de partirse en dos o rebotar de alegría?
Se viene un cambio, vuelven a escena Dionisios y Apolo. Vuelven los tiempos de búsqueda, de intentar conocernos, de acercarnos. De discutirnos un poco más, de aceptarnos también un poco más.
Madrid es igual que Buenos Aires, París o Singapur. Somos, en todo caso nosotros los que hacemos el paisaje.
Después del horror nos vendieron la postmodernidad. Ahí nos sujetaron fuerte. Habían definido el fin de la modernidad los perros de turno. Ahí aceptamos. Incluso cambiamos, modificamos, nos mojamos en esas aguas y pensamos que era otro puente mas que había que cruzar ordenada y disciplinadamente.
Volvimos a releer la historia desde otra óptica. Echamos una mirada nueva sobre el pasado y el presente. Disimulamos y tratamos de seguir siendo.
Ahora que los poderosos quieren devaluar, reunidos en la distante Seul, seguir ganando, recortar todavía más el espacio de las personas que conviven día a día con otras sensaciones, achicar el cuento de ser felices, algo pervive a pesar de tanto poder y ahí pierden el rumbo de nuevo, por que algo se mueve.
Ese algo es esta particular e inquieta sensación de algo nuevo. Solo es por ahora, una intuición, que se desgaja de otras que nos vienen desde siempre. Algo ya nada va a ser igual.
El vaticano y su santo padre, se esfuerzan porque España sea de nuevo la joya del credo inmutable. Pero ya nadie por aquí va a misa. El amor es un invento de los hombres y no se necesitan leyes para ejercerlo.
Digo.
Las transformaciones no se viven, suelen percibirse paso a paso, las vamos incorporando y un día las vivimos sin saberlo. Los cambios nos van llevando de a poco a otras instancias.
Pasamos de los profesionales de la palabra, de los doctores del sentimiento, de los senadores del placer. Nos quedamos como albañiles y construimos palmo a palmo, nuestra felicidad. Ladrillos y cemento, ayudados por nuestros iguales levantamos en silencio,entonando canciones de vino y alegría, una vida.
Así hemos ido andando. Arrancándole sonrisas a nuestros amores profundos y perpetuos.
Así sobrevivimos hasta hoy. A pesar de ellos, de suegras venenosas y madres aniquiladoras. Así descubrimos que la sensación de tierra que llevamos, se refleja en nosotros en cada gesto.
Por eso, este cambio de paradigma, este leve susurro de ríos subterráneos que nos sacude por momentos, está ahí. Solo resta tener paciencia y escuchar el murmullo que produce.
Digo.
El mundo tal como lo conocemos o creemos conocerlo, nuestras vidas como la conocemos o hemos creído conocerla, están cambiando, mutando a territorios diferentes.
La precepción ya se sabe, es cosa rara.
Me preparo mate. Ahora suena "Exactas" de un señor llamado Spinetta. La ciudad se nubla, algunos apuran el paso. Hoy es sábado y ya con esto está todo dicho. Miro los gatos, esperando debajo de los autos, que el frío sea solo un comentario más.
La música sigue siendo un vínculo exácto, profundo y casi eterno. Los libros, la poesía igual, la pintura otro tanto. El cine en cambio se ha quedado a la mitad del camino. No pudo resistir. Aquello que comenzó siendo una audacia, con telas blancas colgadas en los pueblos más lejanos de la tierra. Llevando historias y movimientos, asustando e impresionando al mismo tiempo. Todo esto terminó como una mueca. Hoy vemos cine desde sofás o camas mientras nos vamos consumiendo en el sueño triunfal de un día más o un día menos según quien haga la cuenta.
Cambio.
En este ajedrez de vida y muerte que jugamos, todavía nos queda tiempo para ser mejores que ellos. Esa es la diferencia fundamental. Ellos se aferran y nosotros elegimos ser viento que trae nombres.
Por eso, para eso está esta lujuria de la poesía y sus confines.
La palabra sigue siendo el camino y continúa definiendo todo lo que encuentra a su paso. Con ella, describimos y descubrimos. Nos amamos y nos dejamos amar.
Por eso, en este vaivén de cosas que fluyen, de rastros que se pierden, de pequeñas cuotas que se cumplen uno, yo, me arriesgo y confío como siempre en el futuro, que sin lugar a dudas será mejor, como decía Arlt, solo por prepotencia de trabajo, solo por ello ya es mejor.
De ahí que esta sensación trasnochada desde Madrid, en medio del frío, gris y abismal, desangelado si se quiere, me haya obligado a pensar en el cambio de paradigmas que se viene.
A lo mejor y sin lugar a dudas, y siempre y mucho más decididamente del lado de Dionisios que de el de Apolo creo que los tiempos están cambiando, para bien o para mal, están en eso los tiempos.
Haciendo su tarea, ni más ni menos.
Un abrazo
Madrid 13 de noviembre de 2010