En Zona

sábado, 27 de octubre de 2012

Lo dicho

Faltan horas, apenas horas para que me vaya por un especio de tiempo si se quiere breve. Como siempre suele ocurrir con estas salidas, uno olvida cosas, no dice o dice demasiado. Se despide como si fuese a una guerrita particular. Vuelve a producir su cuerpo y su lengua, malos entendidos. Se hieren los que antes nos querían por ese movimiento de alejarse nuevamente.
Me quedo mirando el Río de la Plata. Ancho, color león, furioso cuando sopla el sudeste, castigador no de aquellos que lo surcan en lanchas veloces o veleros de película. Castigador tradicional de los que no tienen nada y viven en sus orillas esperando, siempre esperando la hora de la pesca. En fin. Me quedo mirando ese río, ese mar de agua dulce que despistó a los conquistadores en su momento. Un mar dulce, que baja arrastrando todo a su paso desde el Brasil y también desde el Paraguay. Sumando aguas ríos que desembocan en esa serpiente líquida que baja desde el norte.
Es este un país de aguas y barros.
Ese río ancho, lejano y a la vez presente en los látidos de nuestras vidas. En el se reclinan los suicidas y se apoyan los que quieren ver el otro lado de un mundo que los ha olvidado hace muchos siglos.
Este país de barros y aguas sin soplo divino ni nada que se le parezca. Y sin embargo pendiente de las corrientes que surgen de su costado, vive mirando esa mancha marrón que no cesa de moverse, de cambiar a cada momento como si ese río perpetuo fuésemos nosotros o por lo menos una especie de alter ego, que nos tiene amarrados desde el momento mismo en el que el conquistador bebió el agua de esta mar dulce.
Digo.
Me pongo cachondo y leo:

TALA

Llévese estos ojos, piedritas de colores,
esta nariz de tótem, estos labios que saben
todas la tablas de multiplicar y las poesías más selectas.
Le doy la cara entera, con la lengua y el pelo,
me quito las uñas y dientes y le completo el peso.
No sirve
esa manera de sentir. Qué ojos ni qué dedos.
Ni esa comida recalentada, la memoria,
ni la atención, como una cotorrita perniciosa.
Tome las inducciones y las perchas
donde cuelgan las palabras lavadas y planchadas.
Arree con la casa, fuera de todo,

déjeme como un hueco, o una estaca.
Tal vez entonces, cuando no me valga
la generosidad de Dios, eso boy scout,
y esté igual que la alfombra que ha aguantado
su lenta lluvia de zapatos ochenta años
y es urdimbre nomás, claro esqueleto donde
se borraron los ricos pavorreales de plata,
puede ser que sin vos diga tu nombre cierto
puede ocurrir que alcance sin manos tu cintura.

 

Y me dejo llevar por ese escritor grande que se llamó Julio Cortázar, que desde esas latitudes que tienen las noches, escribió y sumó palabras y mensajes en esta radical forma de buscar que tuvo este escritor, que también escribió poemas. Nos hizo viajar libres por mares que parecían ríos y ríos que parecían siempre las mejores mujeres.
"Rayuela", "El Libro de Manuel", "Bestiario" son solo partículas de una biblioteca gigante e inmortal que nos busca el origen y que nos lleva a cualquier parte.
A veces nos olvidamos un poco de él. Lo dejamos entre nuestros libros, abandonamos sus libros manoseados, ajados, leídos y subrayados entre nuestra ropa interior o entre la ropa interior ocasional de esos amores locos, que algunos alguna vez transitamos como la lava enloquecida de un volván demasiados años apagado.
Ahí están sus palabras, sus juegos. Sus amores narrados para nosotros, eternos buscadores de La Maga en cuanta mujer se nos cruzara por la vida. Están esas preguntas que se derritieron entre nuestros cuerpos en más de un amanecer.
Ahí está Cortázar amando el jazz como la música infinita. Ahí está en fotos que lo detuvieron para siempre. Su voz descolocando a Cronopios perpetuos, entre los surcos de un viejo disco de vinilo, robado allá por los finales de los años sesenta. Entre sus cuentos, estaba el dedicado al Torito de Mataderos, un boxeador arisco, difuso y olvidado por los aires triunfalistas que siempre suelen acometernos, a nosotros los porteños. De esa literatura se desprendieron poemas, que también fueron sumando.
Porque de alguna forma irónica, much os quisimos ser Cortázar y que muchas fuesen La Maga y perdernos juntos por esas calles lejanas de una ciudad siempre eterna y que alimentó todas nuestras fantasías de colonizados culturales que siempre hemos sido.
Así Rayuela era un juego que jugaban las niñas en las callecitas porteñas y a la vez era un juego con una ciudad de fondo. Pero no cualquier ciudad. Sino una ciudad lejana, pero conocida. Errante y anhelante.

Una carta de amor


Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo,
como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,
todo eso es tan poco,
yo lo quiero de vos porque te quiero.
Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,
y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.


 Y así, me recuesto estas horas, esperando el viaje. Dejo pasar el tiempo, me reclino sobre la tarde que se congestiona esta sábado por la tarde. El calor se vuelve indesficrable, lento, casi parsimonioso y me dejo estar.
Alguna vez, me crucé con él. Eran los días previos al regreso de la democracia en este país. Ya estaba mortalmente viajando hacia la nada. Diciembre del '83 y toda su carga y él, parado mirando hacia el río. Le quedaban dos meses de vida y ya saboreaba el olvido que se le venía encima de la mano de esos postmodernos que querían domesticar un país de negros y descamisados como eran, como éramos.
Cortázar, que ni siquiera fue recibido por las autoriades elegidas democráticamente, percibía los tiempos que vendrían. Lo hizo con esa forma suya de ser. Con esa calma que lo acompañó siempre. Se despidió de aquello que merecía la pena despedirse, hizo sus maletas y se volvió a París.
Dos meses después estaba muerto. El gobierno exultante por su triunfo incuestionable, no dijo nada al respecto. Ni hubo comitivas ni enviados especiales a Montmartre, ese día de lluvias e invernal, que siempre suele ser París en invierno.
De a poco, algunos volvimos a releerlo, a descubrirlo y a vivir ese reencuentro con lo mejor de nosotros hecho literatura.
Pienso.
Ahora que me voy, ahora que por fin se acotan los plazos. Percibo reclamos nocturnos. Escondidos entre bromas, que dejan traslucir otros puntos de vista. Lo no dicho, lo que no se dice queda palpitante en un baile inconcluso.
Ganas de firmar la paz. De dejar correr el agua. De quedarse en silencio. Si se tiene que explicar todo, ya nada tiene gracia.
Me voy sin explicar nada entonces a esa noche que se me duerme en brazos de otro siempre. Y que está bien.
Me voy, regreso a una ciudad que siento mía. Vuelvo a sus cafés a redondear las partes de mí que siguen creciendo ciegas cada vez que ejercito el recuerdo para entender este presente.
Vuelvo a los afectos, a saldar cuentas, a refrescar mi cuerpo y mantener mi amor.
Me dejo llevar con un Quique González o un Tupelo Honey de Van Morrison eternos, bajo el brazo. Ahí me despido y ahí me derrito en mi ciudad. 
 Lo último de un trío tremendo llamado The Bad Plus. Cuesta seguirles el tranco. Pero este "Made Possible" es notable en este último movimiento que viene desarrollando el trío. Jazz de primera calidad, que aunque combatidos por los puristas de esta farmacia y despreciados por los dueños de la última verdad disponible, logran su cometido. Es un disco perfecto para sentir como se nos desprende la gelatina que solemos acumular entre oreja y oreja y nos impide descubrir y descubrirnos a nosotros mismos como personas capaces de seguir avanzando entre tanto superviviente a reglamento.
Un disco formidable que me sacude la modorra de un sábado por la tarde en medio del calor que comienza a arrasar este puerto del sur.
Entonces lo dicho. Vale la pena sacarse prejuicios, siempre vale la pena desnudarse y tratar de ser feliz.
Digo.
Todo seguirá en este fin de temporada. Allá me espera, según parece, un otoño algo rabioso. Me anudaré la bufanda y volveré a ser un paseante accidental. Volveré a mirar y a ser mirado, mientras los días se mueren de aburrimiento.
Dejo acá ese sitio mágico, que ahora ser convocante. Me alejo por un ratito dejando atrás desencuentros artificiales, porque se desencuentran siempre los que no quieren encontrarse, los que tienen otras obligaciones o los que simplemente, prefieren ser sombra y no molestar.
Mañana cierro octubre, a bordo de un avión. Me llevo libros, algo de ropa, las ganas de beberme los vientos y en una de esas hago como el personaje de "Amélie", que un día, un buen día se va y comienza a mandar postales.
En fin. 
 Vuelvo a mirar ese río, que alguno bautizó como de la Plata. Ancho, un mar casi sin olas, que une dos o más países a su paso. Un sitio definitivo para entender un poco más, un poco mejor esta ciudad, este puerto convertido por obra y gracia de sus habitantes en una especie de capital del mundo.
Ahí está el río que rodea casi la mayoría de los puntos interesantes de estos barrios. Ahí en poco más habrán  de reunirse antiguos marinos en tierra, que munidos de cañas y cordeles, anzuelos y engaños varios, intentarán pescar algo. Otros irán con frutas en un auto nocturno a comer mandarinas y jurarse imposibles antes de cualquier imposible. Otros surcarán en sus veloces lanchas, sonrientes para la foto, esa felicidad que los aleja de todo mal o en sus costosos veleros a salvo de tanto mal olor y tanto pobre irredento.
 Asi las cosas, me voy un tiempito. Sonriente y casi feliz de volver a una ciudad que me trató muy bien, que me hizo diferente y por sobre todas las cuestiones, porque, soy un gato y como todos los gatos siempre soy lejos mal que les pese a los domesticadores de turno.
Madrid es la ciudad de los gatos, por eso, vuelvo un ratito nada más.
Qué no sea nada.
 

lunes, 22 de octubre de 2012

Brilla Crespo


De a poco comienzo a prepararme. Me voy en pocos días y como siempre suele ocurrir en estos casos, las despedidas formles terminan en desencuentros ruidosos, olvidos, ideas truncadas, desencuentros, nervios, olvidos y una lista de cosas no dichas.
Pero Villa Crespo brilla. Este es mi barrio, aquí me pasa la vida y de a poco, consigo adaptarme a esta manera tan multipolar que tenemos los porteños. Esa cruzada privada que cursamos todos en un todos contra todos. De a gajos, vamos desprendiéndonos y volvemos a patinarnos con una pátina diferente.
Por ejemplo uno dice mil pesos y otro le contesta eso no es nada. Pareciera que el dinero como ese dios que siempre mentan, es argentino.
Nos llueve el dinero. Enarbolamos el romanticismo y nos olvidamos que el dinero es eso. Dinero que a la gente le cuesta ganarlo. Vivir. Vivir pareciera ser para nosotros una gimnasia que hacemos gratis porque somos grandes de verdad.
Damos lecciones al resto de los humanos, señalamos con el dedo el horizonte y todo nos sonríe. ¡Por menos de cinco mil pesos ni me muevo! aconseja el portero al que se para a charlar con él a cualquier hora y por cualquier motivo.
Vuelvo.
Brilla Crespo. Se zarandea la primavera lluviosa que nos cobija. La ciudad o mejor dicho este barrio se nutre de mezclas. Iglesias y sinagogas, bares y cafetines rancios. Centro de fuga de una ciudad gigantesca. Barrio todavía aunque en vías de extinción.
Y sin embargo en sus paredes quedan escritas las acechanzas de ese espíritu barrial, que hasta no hace mucho hacía de este barrio, un sitio casi secreto, cerrado, ajeno. Hoy se percibe su respiración a pesar de la vecindad de barrios viejos remozados y puestos de moda por la tilinguería bien Miami de los porteños rancios, que son a su manera muy miami y viven pensando en China. Rarezas que tienen estos habitantes del puerto.
Se quejan y viajan. Llegan donde llegan, compran con frenético ardor y una vez en el hotel de turno, tijeras en mano, quitan las etiquetas de la ropa comprada para no tener que declararla en la aduana ni al fisco.
Joyitas. Los habitantes de este puerto son una verdadera colección de ejemplares, somos, del mejor cine neorrealista italiano de posguerra. Somos identificables e inclasificables.
Simuladores entrenados en la mejor escuela de supervivencia inventada jamás.
Digo.
Me voy, estaré menos de un mes en Madrid. ¿Qué me pierdo? Nada y todo a la vez. Porque por aquí nada es estático, nada permanece. Todo cobra velocidad. Un rayo. De un momento para otro las cosas se modifican.
Pero.
Este barrio y sus paredes siguen marcando un caminito. A diferencia de Chacarita o de Palermo, zonas de arribistas y especuladores con dinero y nada de buen gusto, este barrio es diferente.  Caballito es un territorio de desmemoriados y nuevos ricos que vive de glorias pasadas y asi el resto de barrios que limitan con mi barrio.
Brilla Crespo no se agranda ni  tiene necesidad de ínfulas. Se  mantiene en esa convivencia llana. Se dibujan las paredes, para dejar marcas, para avisar y marcar territorios. Se lee entonces un paisaje que no se disuelve. A veces, este barrio es una zona de tránsito. Un eslabón para aquel que viaja y discurre en una ciudad gigante. Solamente paisaje para el viajero. Pero para el que habita, es la frontera perfecta, la tierra de uno. El lugar en donde se lució el tango y de donde salió uno de los mejores poetas de este país, que hoy viven en México y que se llama Juan Gelman. Por aquí paraba Leopoldo Marechal y Osvaldo Pugliese vivía aquí nomás.
Suena entonces un tango y se mezcla con un rock. Se vive después de las ocho de la noche como si fuese feriado.
Es decir Brilla Crespo.
Leo en un blog algo que me hace sonreír:

Si dejaste de comprar Clarín 1 día, tu horizonte sensible se amplía.

A la primera semana, el miedo a hablar con los vecinos se disipa.

Al primer mes, ya conseguís novia interesante.

Después de 3 meses de no comprar Clarín, la alegría aflora en cada poro de tu piel, ya rejuvenecida.

A los 6 meses sos completamente feliz y abandonás esos deseos irrefrenables de querer matar a todos.

Después de 1 año de no comprar ni leer Clarin, sos un ser maduro, estás curado por completo.

Si seguís comprando Clarín, el pito se achica. Está probado. Si lees Clarin porque querés informarte, estás enfermo pero sos una víctima y tenés derecho a recibir los medicamentos gratis.

El Estado tiene la obligación de protegerte. Sabelo. Informate. 


Es de Derek Dice.Blogspot.com  Es inteligente y lo recomiendo.
Digo.
Sin nada que temer, a veces uno se acomoda y espera que las cosas, esas pequeñas cosas, se vayan desarrollando y que la vida, esta que vivimos se convierta en algo leve. Uno se cansa de las grandes preguntas y de las casi siempre falsas respuestas. Lo que tenga que pasar será siempre bienvenido y la compañía ue se desprenda de esta situación será de agradecer. Uno aprende con el otro, no contra el otro a gracias al otro. Sino con el otro. Ese otro, de alguna forma es uno, que se entrega a ese otro para ser formado como barro húmedo.
De eso se trata a veces todo esto.
Y así descubro a estos tres neo hippies haciendo un disco bello, inquieto y entusiasta. Me arrebata por momentos este tipo de expresiones musicales. Son de una alegría plena, de ese rescate de de las limitaciones de todo comienzo. The Luminers sacan ahora este primer disco y es la alegría encajonada en un fragmento de música con ganas. Suenan de fondo y alegran la casa, la llenan de un entusiasmo casi, casi perfecto. Debutan y lo hacen a lo grande con este nuevo sonido que trasciende cualquier tipo de aduana. "Flowers in Your Hair" o "Dead Sea" abre el disco y los sonidos de antes vuelven como si solo uno hubiese esperado que esto siempre ocurriese. Pero recomiendo la simpleza de "Ho Hey"  por ejemplo para vislumbrar esto de la nueva escalada sobre ese viejo espíritu de los años sesenta pero adecuados a estos. Seguramente no cambiarán el mundo de la música ni se convertirán en los nuevos paladines de la estética.
Pero suenan en Villa Crespo en estos momentos y se convierte en Brilla Crespo. Las calles mojadas reflejan las luces de una ciudad que se despide del lunes. Y esa música rebota contra ventanas y árboles parsimoniosos.
Vuelvo a lo anterior, no son ninguna de las maravillas prometidas, pero suenan muy bien, desprenden esa ternura necesaria para llevar adelante cualquier tarea. Es buen disco, de esos que sirven para un buen momento, cualquiera sea, sirven y cumplen con su propósito.
Pienso.
Se acaba octubre y me negué a hablar sobre el día peronista por antonomacia. La lealtad. Tampoco lo hice sobre el Che. Es evidente que se me deshoja la agenda. Es evidente que a veces no me sirven los coros y que de a poco me vuelvo casi lejano. Ese sentimiento anarcoide que viene desde lejos. Esa sensación de no querer acordar con nadie. Soldado de la desmesura.
Se termina octubre un mes raro siempre para mí.
Salgo a la ventana y huelo. Brilla Crespo se prepara la comida de la noche. Se oyen voces, músicas y sonidos que hacen latir ese corazón de un barrio apacible.
A pocas calles de casa, está la obra dedicada a Osvaldo Pugliese.
Algún día cuando se den cuenta, terminaran descubriendo que antes de Piazzolla, el primer testarudo que hizo moderno al tango moderno fue el. De su concepción musical se desprendió todo. Con menos prensa que el bandoneonista, con una idea política definida, Pugliese construyó una de las obras más radicales dentro del tango. Que permitió que otros, pudieran crear lo que crearon.
Pero ahí está, a pocas calles este monumento ciudadano. Enclavado en una esquina porteña, en bronce está él y detrás sus músicos sobre un escenario con él también al piano. Buenos Aires, es esto y muchas cosas más. Es esa mezcla de orgullos y bajezas, de traiciones y amores eternos.
Desfilan por la calle millones de buscadores de tesoros imposibles. Hablamos del dinero como si fuese un mal necesario y lo despreciamos.
Arrogantes vamos por la vida, peleando y descubriendo las vilezas a las que nos sometemos y a las que sometemos al otro.
Heróicos y desnudos, contemplamos al mundo como obra nuestra.
Juzgamos al resto como si nosotros fuésemos el resto.
Pero.
Vuelvo a mi barrio silbando bajito, querido y olvidado por los cazafortunas y sus señoras bien miami. Nos queda esa mezcla de ser lo que somos.
Brilla Crespo y me gusta que así sea.
Hasta la próxima

jueves, 18 de octubre de 2012

Postales porteñas III

De a poco me voy despidiendo de esta ciudad. Me voy unas semanas a Madrid. Me alejo de esta primavera lenta y me adentraré en el otoño tibio de una ciudad tierna como esa.
Salgo a caminar, recorro las paredes de viejos barrios plagados de fantasmas. De señas y de algunas contraseñas.
Me planto en un café de Dorrego y Vera, viejo café con precios de Londres o París. Miro la gente pasar, rápido, sin aliento. Me quedo escribiendo en la mesa del café, mientras las horas se desnudan.
Pero camino.
Buenos Aires es una ciudad abierta. Las paredes ya lo he dicho. Me repito. Son territorio de aquellos que quieren dejar marca.
Entonces, es una especie de cuadro que se transforma todo el tiempo, en todo momento. Quedan o circulan los colores, le cambian el rostro y se agradece. Curzarse con Carlitos en la puerta de un garage, siempre con esa sonrisa eterna, con esa sensación de ser el bronce que ríe, que cada vez canta mejor y cosas por el estilo. Pero es que Buenos Aires es eso, y todo el resto. Se desvive y se vuelve a vivir una ciudad, sin límites, extensa, dificultosa y viva, que respira de manera agitada a cada instante. Que resopla y que se mueve.
Es que esta ciudad se mueve todo el tiempo.
Se juegan en ella millones de historias. Nunca queda desierta, salvo los meses de verano. Siempre cobija a uno más en la suma loca de vivir.
Buenos Aires, es particular. No es Argentina, sino que pareciera ser un país diferente. No mantienen ningún punto de contacto con esa otra realidad, si más latinoamericana que transcurre en el resto del país. Es por estas calles en donde la historia se discute, en vez de hacerla. Se extranjeriza al resto del país y solo se tiene patente de ahbitante de esta tierra aquel que habita esta especie de ciudad tercermundistacon aspiraciones aristócratas.
Digo.
Creo que no hay ciudades buenas o malas.Uno las hace según lo lleve el viento. Buenos Aires tiene ese toque profundo, que suelen darle sus habitantes. La charla eterna, la cátedra servida en una mesa de café. El arrebato emocional en la discusión. La pelea de todos los días al salir a la calle. La histeria que corroe a hombres y mujeres por igual. La sensación primaria de saber que se está en un sitio en donde la historia no transcurre sino que se escribe a cada paso y que ese dios amarrete es ciudadano de este puerto.
Asi lo creen, así lo creemos los porteños.
No hay sociología que nos contenga. No servimos para eso.
Pero. Salgo a caminar y me sigue maravillando a cada paso. Sigo descubriéndola, me sigue inquietando y me seduce a cada paso dado. Es un ciudad grande, terrible y caótica, sin embargo tiene ese aire señorial decadente que la hace atractiva, algunas callecitas son un cuento, algunas fachadas una especie de obra de arte olvidada por algún artista loco, que tuvo la suerte de pasar por allí y descubrir un lienzo gigante de piedra o cemento. Así adornada va esta ciudad y me regala colores rotundos.
Pienso.
Ahora que vienen tiempos difíciles, quizás duros, los que vivimos en esta parte del mundo sabemos que por aquí las suertes se echan con inusitado fervor y que la mayoría debe apelar a su memoria casi celular para andar esquivando escollos.
Se vienen, porque las condiciones imperantes del norte desarrollado habrán de derramar sobre el sur, para muchos emergente y para otros solamente subdesarrollado, las consecuencias de mantener tanto banco y tanta estafa legislada.
Entonces, seguramente las cosas volverán a enturbiarse entre nosotros. Siempre fue así y siempre seguirá siendo de esta forma. Es que los que perdieron poder, quieren volver a poseerlo y los que lo tienen no tienen demasiadas ganas de perderlo. Está bien, esa es la ley.
Pero se juegan otras cuestiones. La definición sobre el país que quiere prevalecer. Esos países contrapuestos se someten a ideas también contrapuestas.
Sigo.
En pocos días más me voy por un ratito a otro amor. A otra realidad y a otros dolores. Realidad y dolores que también son los míos. Como gato que soy, vuelvo a la ciudad de los antiguos gatos. A confundirme con sus gentes y reencontrar rastros.
Una obra de arte. Una pequeña joya de talento que se deja escuchar absorto. La pianista brasileña Eliane Elias, junto con su compañero Marc Johnson crean un disco notable. "Swept Away" con composiciones de ambos en la mayoría de los casos crean un trabajo demoledor. Es junto con el resto, Joey Baron en batería y Joe Lovano en saxos, la conjunción perfecta para una música también perfecta. Disco para disfrutarlo a grandes bocados, ya que ninguno de sus momentos es descartable. Jazz del mejor nível, música que hace recordar al legendario Bill Evans y su manera de fundar una corriente musical con un trío en uno de los mejores e inolvidables momentos de la historia del jazz del siglo pasado. Elías oriunda de Sao Paulo, Brasil y radicada en Nueva York, ha demostrado, después de muchos años de trabajo intenso, ser una de las pianistas más interesantes de estos tiempos. Su música ha mantenido grados de lucidez que el transcurso de estos años le ha brindado la oportunidad de poder elegir su propio camino. Otro hecho para destacar es la base, Johnson y Baron vienen tocando juntos desde hace muchos años. Sus participaciones en diferentes trabajos les ha ido dando un perfil particular y facilmente identificable. Además Johnson fue el último contrabajista que acompañó  Bill Evans y eso, eso siempre se nota.
Bueno disco, se deja escuchar con deleite y se disfruta como todo buen descubrimiento.
Sigo.
Deambulo por la ciudad, reencuentro viejas calles y me interno por ellas. Recorro una ciudad al borde de un río ancho y marrón. Siempre portando un libro y un cuaderno y la música que me acompaña a todo momento.
Me deslumbro en el norte de la ciudad con una pared pintada con un retrato.
Es nuestra Isabel Sarli dibujada en un paredón. Musa poderosa de nuestras fantasías más espectaculares. Nos escapábamos de la obligación de ir al colegio, para filtrarnos en salas oscuras de cines ya viejos, para dejarnos llevar por ese cuerpo. Abrumados, pecaminosos, exultantes y audaces, vimos sus películas. Mejor dicho, la vimos a ella. La trama no tenía importancia, solo teníamos ojos no a sus ojos o su talento actoral precisamente.
Nuestros desvelos adolescentes o pre adolescentes, tenían su imagen y a su imagen y semejanza, nos hicimos con paciencia, noche a noche.
Después la realidad que es una invención de la imaginación nos llevó a mejorar en algunos casos nuestras prácticas, con personas de carne y hueso, que ayudaron y mucho a nuestro desempeño amoroso.
Pero con la "Coca" Sarli era un paraíso. Que me importaba la clase de historia o geografía, si con lo que tenía enfrente me alcanza para comprender todo lo que debíamos comprender. Ahí estaba ella, amando, sufriendo o gozando y aquí estábamos nosotros compitiendo para ser merecedores de esa angustia que nos corroía insensatamente en la oscuridad de la sala.
Hoy Isabel Sarli ha sido nombrada "Embajadora Popular" del país. Y se ha hecho justicia a pesar de los millones de argentinos, de regimientos, legiones de habitantes de este país que no prosperaron, que se perdieron por esta señora actriz.
Camino entonces y me quedo extasiado mirando a la mujer del muro. Me quedo quieto y me sonrío, recordando esas tardecitas de cine y respiración entrecortada, que nos aquejaba ante cada aparición suya.
Y ahí está, en una pared, dibujada y radiante, esta mujer que visto su cine hoy, no deja de ser algo hasta enternecedor y en algunos casos, valiente para los años de oscuridad que debió sortear para poder mostrar sus pechos en paz.
En fin, Buenos Aires a veces es esto y mucho más.
Hasta la próxima.

lunes, 15 de octubre de 2012

Un chiste peronista II

De alguna forma, dejando atrás los comentarios de aquellos, que están en contra, almuerzos o cenas con señores y señoras defensoras de la libertad, luchadores empedernidos y empedernidas de ese futuro golpe de estado que prometen. Me recuesto en esta sensación muy Miami que viven las clases medias del puerto del sur del mundo.
Se viene la próxima marcha destituyente. El próximo ensayo de golpe de estado, con banderas nazis, niñas y niños bien, con las boscas, sus respectivas boquitas llenas de insultos.
No voy a estar. Estaré en Madrid para esas fechas. Sin embargo.
Hoy se conocieron por fin las condenas a los asesinos de Trelew. Cuarenta años después, sus asesinos, menos uno refugiado en los Estados Unidos, fueron condenados a cadena perpetua.
Esos marineritos valientes a la hora de asesinar gente desarmada, hombres y mujeres que habían entregado sus armas días antes, fueron sacados de sus celdas esa noche y ametrallados por estos valientes defensores de la patria. Así con minúscula, pisoteada y manchada de sangre, sangre que siempre provino, proviene de un solo lado. Los 16 compañeros asesinados en ese agosto de 1972, ya comienzan a ser vengados. Comienzan a sentir la justicia, que tardó, mucho, demasiado tal vez. Pero llegó. Se hizo puño allá lejos en Trelew, se cerró el puño durante estos años y ahora por fin, ese puño se convierte en mano, palma cálida.
Se hace justicia.
Cuidado con esto.
Digo.
El peronismo, no es, nunca fue una ideología tal como se suele concebir a las ideologías. Es apenas una construcción y un contrato. Una casa de dos pisos si se quiere. Abajo el peronismo y arriba el inquilino de turno. Si se quiere de modo más académico pordemos decir que el peronismo es una organización y a la vez un enunciado.
A lo mejor allí en este espacio reside siempre ese éxito y ese destino que se cruzan rabiosamente en torno al peronismo.
Como muchos muchachos que se llaman kichneristas y que no saben que son peronistas. Por eso, mirando detenidamente el dibujo del eternauta que ellos, enarbolan, descubrí de pronto, que a esa imagen le habían borrado el fusil.
Vaya ocurrencia.
Los verdaderos militantes políticos nunca tienen a donde volver, porque pertenecen por entero a la lucha política. Porque no pueden hacer otra cosa, porque nacieron y porque quemaron las naves en el momento de decidir. Por eso siempre un militante político se mide no por las victorias y su reacción ante ellas, sino por las derrotas y su recuperación de las mismas.
Ocurre en este país, que el oficialismo debe enseñarle a la oposición. Pero claro, si como en la música no se tiene oido, es muy difícil aprender esa música.
Sucede pues, que esta idea de país, tiene vocación política, cosa que nunca tuvo la oposición gorila. Para ellos pasa todo por una baldosa y poco más.
Entonces si esta oposición no evoluciona por afuera como lo que es: centroderecha, si no lo hace con una cierta urgencia clásica, habrá de sobrevenir otra cosa.
Y esa cosa de ocurrir solo ocurrirá, cuando no, desde el peronismo y que sobrevendrá como siempre la crueldad, el degüello, la lucha sin cuartel y la anmistía y, sobre el final, esa cohesión que tanto impresiona siempre al resto de desprevenidos que circulan por esta vida.
Porque la guerra peronista siempre hace temblar a los peronistas que tienen el poder, porque saben que del otro lado no hay muchachos testimoniales con las valijas preparadas al lado de la cama, sino políticos con hambre que quieren cambiar la historia.
Entonces a veces pienso, en estos tilingos que saldrán con sus cacerolas el próximo 8 de noviembre, y pienso, si tanto se oponen deberían organizar un partido político para ganar en las próximas elecciones el control del estado que tanto quieren para ellos.
Es que la clase media argentina o porteña, mejor dicho, no quiere libertad, solamente quiere impunidad.
Y si no pueden organizar ningún partido, organicen un ejército para vencernos y ganar el control del estado por esta vía. Pero si esto es muy exagerado y tenebroso, podrán organizar una ONG y ayudarnos en los procesos de formación de cuadros del siempre futuro peronismo.
Pero voy más allá:
Las Bases peronistas no consideran el sufragio como un capital simbólico del ciudadano; sino un capital material para disputar poder y negociar en consecuencia  la relación entre los diferentes niveles de conducción; sean dentro del peronismo, o dentro del sistema demo liberal.
Es decir.
Mucho más alla de cualquier analogía con esa fantasía clasemediera tipo bien Miami, lo cierto es que el peronismo no cree en ese arrebato republicano que tanto arrebata a los repúblicos.
Asi la injusticia debe ser nafta necesaria para empujar siempre a la participación. Saber que la construcción siempre es desde abajo hacia arriba.
Digo.
En esto días me acuerdo del "Bebe" Cooke. John William Cooke. Diputado, emisario del viejo y organizador de la resistencia. De ese peronismo primario, hizo el viraje hacia la izquierda. De a poco fue construyendo una instancia política. Murió el 1968.
Lo sobrevivió su mujer, Alicia Eguren que pertenece a esas largas listas del dolor. Fue secuestrada, torturada y hecha desaparecer en la ESMA, durante la última dictadura. Era periodista y militante política del peronismo rebelde, lo sobrevivi ó solamente ocho o nueve años al "bebe". Era dura, implacable y compañera entrañable. 7
Por esas cosas, cuestiones que tienen que ver con ese espacio de la fantasía. Años después, ya mas viejos, llenos de hijos, de amores clandestinos y romances eternos, me cucré con un amigo, mejor dicho con el amigo de un amigo. Entre vasos de vino raspón, cigarros negros y otras tempestades en copas de cristal y cenizas desmemoriadas, me contó, que él, en su casa de un coqueto barrio de la ciudad, tenía las cenizas de Cooke.
Habían ido pasando de mano en mano según parece. Sobreviviendo, si es que las cenizas sobreviven, a allanamientos, mudanzas, deserciones y exilios. El tenía las cenizas y no sabía que hacer con ellas.
Yo, me quedé en silencio y dejé que mi fantasía comenzase a carretear enloquecida por la pista de esa vida que me vivía a cada rato.
Nunca más supe de esta persona y de las famosas cenizas. No se si era una historia real o si sencillamente era una conversación de borrachos acodados en una mesa de bar esperando el amancer.
Cooke, por supuesto que fue desterrado del peronismo oficial y de derecha. Fue desalojado de ese vaticano de miserias que es buena parte del peronismo.
A lo otros, a nosotros, nos quedó la imagen de este gordo luchador. También y por ahí andan los dos libros de la correspondencia entre él y el viejo general. La pelea entre ellos con dos visiones diferentes sobre la realidad y sobre el futuro de un continente.
Éramos jóvenes y desde ese lugar accedíamos a este peso pesado del peronismo. Este hombre amigo del comandante Ernesto Guevara. Esto peronista escapado de un penal de máxima seguridad del sur, combatiente en Bahía de los Cochinos en contra de los mercenarios apoyados por Kennedy y toda la pandilla de mafiosos que lo secundaban. Un tipo leal, revolucionario y conciente del papel que habrían de tener en el futuro las generaciones más jóvenes en esto de la lucha por la emancipación nacional.
Digo.
Habría que indicarles a los kichneristas que el eternauta siempre llevaba un fusil porque estaba en guerra contra los invasores y porque siempre contra el enemgio, no caben discursos democráticos, menos cuando ellos tienen los fusiles y las bombas.
Cambio de tema.
Acabo de descubrir a esta notable banda de músicos ingleses llamados Munford and Sons. Escucharlos es escuchar la zona oeste de Londres. Suenan tal cual uno pueda llegar a imaginarse esa parte de esa ciudad. "Babel" es su útlimo disco y conforman junto con Laura Marling, atención con esta cantante, Noah and The Whale  y Johnny Flynn lo mejor en este tipo de músicas. Dueños de un sonido muy particular los Munford, además tienen una de las escenas más vibrantes de la música en Inglaterra. Todavía, ya que no se han vuelto multimillonarios por el momento y a lo mejor, será por esto, campea un cierto aire de improvisación, de fuerza desbocada y de buenas canciones como para matizar una buena tarde de estas.
Este es su útlimo disco, los anteriores, es decir los dos anteriores, más los EP y los grabados en vivo, merecen de toda nuestra atención, ya que en ellos están las pequeñas partículas que conforman este mosaico de música nueva y talentosa que a veces, solo a veces lograr cumplir con su cometido y que es el de sorprender para bien.
Además y como si esto fuese poco, en sus letras suelen aparecer referencias literarias por demás interesantes. Es decir, los muchachos ponen frases de escritores y siguen de lo más campantes por esos caminitos a la buena de dios.
La música suele servir, es una de las mejores coberturas posibles para dejar pasar el tiempo.
Entonces ya lo saben, el próximo 8 de noviembre escuchen música, entretengánse en cosas más edificantes y sinceras, cálidas y mejores.
Desde Madrid, prometo pensar en ustedes compañeros y compañeras.
Que no sea nada.

sábado, 6 de octubre de 2012

De alguna manera

Uno sigue, yo sigo fatigando estas distancias que solo yo conozco, reconozco como propias. Mías y que me sirven en este guardarse y rescatar, gestos, sonidos, viejas fotos ya despintadas por el tiempo. Así también me voy nutriendo y creciendo como una raíz ciega en medio de la oscuridad.
Hace muchos años, pero tantos que el mundo era demasiado grande como para comprenderlo, para asimilarlo.
Una tarde de mis quince, creo, me encontré con mi padre en una de las calles más truculentas que siempre suelen tener las ciudades portuarias. Venía contento, relajado, y ese era ya todo un dato. Me abrazó y generoso me llevó a un bar. Charlamos un rato y antes de seguir camino, me arrastró hasta una disquería, entramos en el negocio y de fondo sonaba algo diferente para mí y supongo que para él.
Ahí, me regaló este disco. Desde ahí a mí se me abrió un mundo nuevo. De a poco, me fuí alejando de ciertos recodos y me adentré en una música definitiva para mí. Con "Dejà Vu" me hice grande. Me dediqué a ellos con cierta pasión. Un disco para mí paradigmático y necesario. Esa primera versión en vinilo me duró años, sonaba con chispas y frituras de tanto escucharlo, de tanto manosearlo.
Escuché hasta el cansancio "Long Time Gone" o "Carry On", repetí una y otra vez "Dejà Vu" para descubrirle el truco como un obsesivo desenfrenado.
¿Cuántos años pasaron? ¿40? ¿40 y pico?
Una vida. Sin embargo Crosby, Stills, Nash y Young siguen pegados a mí a partir de este inicial paso que sin querer, crucé con ellos. Fueron de esos pocos momentos luminosos que me atravesaron, que me permitieron crecer al compás de una música definitiva. Ellos, eran la historia de una cultura dominante y yo, era el inicio de mi propia verdad cultural. Además eran la contracultura. Eran la alternativa.
Esa tarde o esa noche, me electrice frente al tocadiscos. Fueron horas de quietud. De repetir la cermonia, una y otra vez hasta el cansancio. Sonaban y cada vez, me parecían distintos, matices nuevos jugueteaban en el cielo raso de ese minúsculo sitio que habitaba en el mundo.
Asi de simple y asi de confusos eran aquellos tiempos. Pero había tiempo para todo. No escaseaba y cambiaba a cada rato, a cada instante. Se hacían eternos los días por vivir.
Además y por aquellos años acarreaba los discos conmigo. Los llevaba a cada casa que se me cruzara por delante. Acampaba en ellas, con mi cargamento de discos de vinilo y sus correspondientes tapas. Era una especie de chiste para aquellos que me conocían por aquellos años.
Llevaba discos y libros conmigo. Una mudanza a perpetuidad encarnaba. Mi morral verde, mi poncho colorado, mis botas viejas, mis pantalones gastados, un paquete de cigarrillos siempre arrugados, un cuaderno, algo para escribir mis poemas balbuceados, mi insolencia armada.
Digo.
Por esos años lejanos, los amigos que tenía eran. Se ponían de novios con compañeritas de colegio, se juraban amores eternos. Eran indescifrables algunos de ellos. La ocurrencia pasaba en medio de esa vorágine, por comprarle ropas a sus respectivos amores. Ellas y ellos, compraban ropa que le regalaban al otro.
En cambio a mí solamente solía ocurrírseme la variante distinta. Solo quería desvestirlas. Que ellas solas se vistieran. Diferencias sobre el amor de siempre.
Ellos y ellas, vivían en un mundo de casi porcelana. Primeros amores. Como no soportaban el como yo era, vivían haciéndome proposiciones, presentándome virginales niñas de colegios de monja. De ir a pararnos, mis amigos y yo, a la puerta de esos colegios para esperarlas impacientes y yo aburrido.
Yo, yo era impresentable.
Poco tiempo después salió este disco. Ya sin Young, pero con un tema cantado por él. Este disco en realidad es anterior a "Dejà Vu", pero en estas pampas, como solía ocurrir, salió impidiendo saborear los cambios cronológicos de estos tipos.
Sin embargo a mí, de alguna forma este disco me confirmó las sospechas que tenía. Certificó mi gusto, mi entrega absoluta a este grupo.
Con la aparición de este disco, las confluencias que se iban dando naturalmente, comenzaron a tallar fuerte. Eran tiempos de decisiones. Tiempos de cambios. Aparecieron otras obligaciones en mi vida, sin embargo seguía con ellos a todas partes que me permitieran. Me dejaba llevar por la historia, y solo conservaba algunos rastros de mi vida al galope. En este disco está la versión en estudio de "Suite: Judy Blue Eyes", no la que ellos cantaron en vivo en el festival de Woodstock durante el verano del '69. También figuran ene ste disco "Marrakesh Express" y la monumental "Guinnevere"
Pero igual servía. A mí me servía todo para seguir adelante, para seguir acumulando datos de esta historia que me tocaba vivir.
Recordándolos hoy, la calma de una ternura profunda me inunda de placer. Sigo escuchándolos y montados sobre ellos, rescato nombres olvidados, amores perdidos, abrazos y besos quietos en el calendario del alma.
Me recuesto sobre ellos y vuelvo a apagar la luz mientras estos tres cantan de nuevo en mi departamentito barrial.
Y ahí están de nuevo, recordándome que nadie puede cambiar de vida del todo. Solamente algunos trazos, algunas pautas. Pero las muescas hechas quedan.
Digo.
En esta elaboración que uno hace como despedida debe estar el secreto de todo.
Cuando entre el mundo del secreto, comencé a alejarme de mi inocencia, de ese inconformismo perpetuo. Sin embargo, esta música como una foto, no pude olvidarla del todo. La lleve por ese desierto en donde me metí por decisión propia. De forma consciente y con ganas.
Mis amigos también hicieron lo suyo. Algunos ya no están en este trayecto, pero también están. Sus novias, algunas tampoco están, otras se casaron con gente de bien, son enemigas y olvidables.
Otros amigos, se fueron, volvieron, estudiaron y  el intento por olvidar se les nota en el cuerpo. Otros siguen otros caminos. Alguno es delincuente otro abogado que lo defiende siempre.
Algunos de mis amores que disfrutaban conmigo escuchando "Teach Your Children", mientras nos refugiábamos en almohadas libertarias hoy enarbolan cacerolas o rezan por la libertad y la paz de Venezuela.
Vuelvo.
Al poco tiempo salió esta obra de arte. "4 Way Street", disco en vivo de los cuatro. Disco impresionante, doble. Era más difícil de transportar, sin embargo es uno de esos momentos de la certificación del talento. Si dios existía eran estos cuatro tipos cantando en una especie de despedida. De final de ciclo. De cierre a una historia notable encarnada por cuatro músicos decididos a cambiar la historia de una época.
Concierto grabado en vivo, tercer momento de una especie de amor, que me sedujo, que todavía cuando me detengo a escucharlos, vuelven a seducirme.
Cuando este disco apareció en Argenina, las tormentas ya estaban desatadas. Era 1972 y no había forma de compartir esto sin ser una especie de demonio desatado. Como yo lo era, seguía escuchando esa respiración derramada como música por el viejo a parlante mono que tenía conmigo.
Muchos años después, en otra vida, conocí en Playa San Juan, a alguien que tenía el disco y mirando esa playa transparente, me dejé llevar por esa ternura hecha música. Más viejo, yo, ellos detenidos me confirmaron que la música, de las artes tal vez sea la más peligrosa por su acción sobre nuestro discurso.
Vuelvo.
Debe ser de esa época que me narra, en la que comencé a regalar siempre, discos y libros. Nunca regalé otra cosa. No puedo, no me sale. Siempre en cumpleaños, fiestas de fin de año o aniversarios o simplemente despedidas o el cambio de un amor por otro amor, ofrezco de mí este regalo. Música y literatura. Nada que calme el hambre material solo algo que ayude a crecer, al otro y a mí.
Digo.
Después les perdí la pista. Poco y nada me interesó de sus carreras solistas. El embrujo había desaparecido. Me sigue gustando Neil Young, por ese costado de rock and roll que lo consume. Del resto, prefiero escucharlos en ese momento rotundo. De mi vida y de la de ellos.
Atrás como siempre quedan recuerdos, palabras dichas o palabras no dichas a tiempo. Quedan las sensaciones caminando sobre mi piel. Esa emoción de estar cerca de la gloria eterna cuando todo me parecía eterno.
De alguna manera, a veces vuelvo a ellos y me vuelve ocurrir la misma cosa. Me asalta esa especie de alegría salvaje, de inagotable fervor y recorro todo el espinel de las preguntas que por aquellos años se desnudaban para mí. Rescato esas pequeñas cosas, que me formaron en esta cosa rara que soy hoy. Sin grandes verdades que entregar, con muchas más fallas de las previstas inicialmente aquella tarde que me encontré con mi padre contento en una de las calles de este puerto.
Con defectos, toses, distracciones, malhumores, con dolores en partes del cuerpo que no sabía que poseía hasta el dolor. Con desencuentros y muchas alegrías. Así rescato a estos cuatro músicos para que me sigan cantando mientras dure esta fiesta, que me vive con ardor desde un tiempo a esta parte.
Que no sea nada.

jueves, 4 de octubre de 2012

La realidad trabaja en abierta oscuridad

A medida que pasan los minutos, la cosa se ha ido haciendo cada vez más intensa, como esta primavera casi. Cuesta elegir el momento, definir ese instante en donde todo, se acelera.
La perpetua sensación de estar viviendo en una cuenta regresiva, que avanza creando esa especie de injusticia que crece, dentro de cada uno.
De buenas a primeras, los rumores carcomen, inmovilizan o disparan ansiedades. Se suman voces que se mezclan con otras. Se deshojan las horas en un tembladeral sin limite.
Desde poco más de cuarenta y ocho horas a esta parte, los síntomas que traen aparejadas esas noticias que circulan, mueven a desconfianza, se entrelazan con nosotros y nos despoja de casi todo. Y no es poesía.
Es la realidad que vuelve a trabajar en abierta oscuridad. Los mismos de siempre, siguen con su particular y premeditada "Kristallnacht". De a poco van uniendo los flecos. Ocurre que esos flecos son anteriores al homo sapiens pero ellos como si nada. Son de esas cavernas en donde, la amenaza, la provocación y esa promesa de nuevas fosas son el pan de cada día.
Dije Kristallnacht, porque la gran mayoría de los habitantes de esta tierra, siguen intentando mantener el derecho de vivir. Pero el miedo ya se sabe.
El miedo que se derrama desde los medios de comunicación, el que se infunde, sigue un plan. Eso es claro. Para ellos, no cabemos todos bajo el sol. Estamos de más. Sobramos. Somos esa parte que forma parte de lo que está de más, de lo que hay que cortar con raíz y hoja.
Digo.
Hace seis años secuestraron a este hombre de pelo blanco. Está desaparecido. Era un superviviente, ya había sido secuestrado durante la última dictadura. Sobrevivió y testificó contra los torturadores y asesinos. Pero antes de hacerlo en una causa contra algunos de esos, volvió a ser secuestrado.
Esto es responsabilidad de este gobierno. Una deuda en el debe que no saldan. Que olvidan. Pero esto tiene vuelto y ya se lo quieren cobrar.
Pasaron seis años y nadie sabe o mejor dicho, ninguna autoridad quiere saber de él. Nada se mueve. Julio López, pasó dos veces por ese infierno, en este último paso, no ha regresado. Está desaparecido. 
Vuelvo a poner la foto de esa gran fotógrafa argentina llamada Helen Zout. Me sigue impresionando, me inmoviliza.
Helen le tomó la foto, en una oportunidad en la que ella, quería rastrear los pasos de ese genocidio que nos sitió en un momento de nuestra historia. El se prestó y dejó que ella hiciera.
Este hombre valiente pagó con su vida en medio de esta fanfarria demodelora que es la vida que vivimos. Somos estos cuerpos que llevamos debajo de nuestros cuerpos, somos esa suma de cuerpos que desde siempre llevamos debajo de ese otro cuerpo que creemos ser o hemos sido. Julio López pasó por el infierno, recordó nombres, datos y sobrenombres. Los almacenó y esperó con paciencia el tiempo de la justicia. Esperó y conjugó la osadía tremenda del resto, que siempre vivió como si nada hubiese ocurrido. Como si en el fondo, los sobrevivientes fueran lo que siempre fueron: cargas, rostros prontos para olvidar. Ennoviados del olvido, los burguesitos decidieron tirar la casa por la ventana y disfrutar el bien merecido regocijo que algún dios bipolar les había prometido.
Julio López está desaparecido. Se lo llevaron los residuos de aquellas patotas de asesinos, que siguen en lo suyo, haciendo su trabajo. De uniformes o de civil, son los mismos, los de siempre. 
Después están los otros. Los cultos, rancios y dueños, que con el tiempo transcurrido se han sofisticado. Ahora tienen redes sociales, internet, blogs, de allí operan y amenzan.
Kristallnach.
A veces uno se tranquiliza. Uno se relaja, se aquieta. Se vuelve más manso. Supongo que con los años me he vuelto más sabio. Mentiras. Nada de eso puedo ser en esta tierra de infamias y olvidos placenteros.
La realidad trabaja en abierta oscuridad.
Son días raros, estos que se me mezclan con la ropa. Serán días difíciles los que habrán de venir viendo la escalada fascista. El clima de esta primavera se enturbia. Nos enturbian con miedo tanta primavera.
Mientras los muchachos de la contra siguen subiendo direcciones de enemigos a sus redes. Fotos y demás datos,  mientras el resto comienzamos a vivir el látido de ese huevo de serpiente que los enemigos convocan a cada paso. Es esa historia inclinada hacia el asesinato que tanto los atrae, que tanto necesitan.
Generan el miedo a las mayorías y estas se quedan estáticas, quietas como liebres a la luz de los faros. Ellos lo saben, por eso siguen.
Digo.
A lo mejor es este antipoliticamente correcto silencio que se dispara desde las tapas de los diarios, de los informativos de la televisión. Esa brusca desaceleración entre mentiras vomitadas día a día, la que termina sumiendo a la mayoría en un profundo miedo, espanto que se utiliza para desgastar un proyecto.
A lo mejor, como peronista uno debe buscar las diferentes opciones. Saber de que se trata este momento, en donde estamos parados aquellos que memoriosos, seguimos insistiendo con lo mismo. Con este corazón abierto y tierno. Sabemos a qué se juega y lo que es mejor, cómo se juega.
Ellos no. Ellos arrasan con todo. Ellos no son adversarios, siempre serán enemigos y para ellos, como decían antes: ni agua.
No son días serenos. En el mejor de los casos, es una primavera extraña. Rara.
Resumo antes del futuro Kronstadt que les sobrevendra. Se que vendrán tiempos duros. El grupo Clarín ya no es un diario, es el nombre de una profunda voluntad antidemocrática. Contra las mayorías instituidas y contra cualquier lucha por la igualdad de esas mismas mayorías.
Así como los marinos del Kronstadt, ellos defenderán ante cualquier eventualidad o contingencia a través de su discurso hegemónico su fortuna fabulosa y mal habida . Son el sujeto que organiza al enemigo de todo el resto de la comunidad, o sea de todos nosotros. Por eso en este momento, cualquier sutilieza crítica no es más que complicidad con los vencedores de siempre. 
Como dice Walter Benjamin: "recordar el pasado como resplandece ante el instante de un peligro...esa es la responsabilidad que le cabe al materialismo histórico...de lo contrario, ni los muertos estarán tranquilos cuando el enemigo venza, y ese enemigo, no ha cesado de vencer" (Tesis de filosofía de la historia).
Vendrán tiempos duros, serios. La crisis económica mundial está a la vuelta de la esquina. La derecha se arremolina en defensa de la propiedad privada, la virginidad y las espadas. Habrá marchas con cacerolas de teflon, de gente pituca, desaforadas mujeres de barrio norte clamando en contra de la otra, esa que nos gobierna por derecho del voto popular y mayoritario. 
Mientras tanto, en este ir y venir, mientras esto ocurre vuelvo a detenerme en la foto de Julio López con sus ojos cerrados, con su desnudez y medito sobre estos días, últimos días porteños que vivo antes de irme, antes de volver por una ratito a esa otra patria que tengo y que queda del otro lado del charco.
Un fuerte abrazo siempre.



 

lunes, 1 de octubre de 2012

Oktubre

Primer día de un mes que vendrá rabioso. Es así, la política mueve con un fervor perpetuo. Todo se agita y todo se discute.
Octubre, mes de cambios. De forma disimulada los grandes medios siguen operando sobre el suceso más que sobre el concepto. Las hegemonías se dirimen en otro lado y mientras tanto, se disuelven en este caliente día a día que transitamos. Se vienen cacerolazos y movilizaciones. Se viene la dureza de toda confrontación.
De a ratos, sobreviven amigos a discusiones chiquitas. Sobreviven algunos reflejos y se destraban algunas certezas. El partido opositor es un monopolio de comunicación, que aglutina el miedo y la ferocidad.
Alientan y no tienen con qué dirigir. Alistan entre la tropa a toda la fauna de siempre. Se impacientan y desnudan su pasión por la confrontación a toda costa, a todo costo.
Del otro lado, empujando la política el gobierno.
Ahí tampoco las cosas son claras. Demasiados datos, poco bajar de políticas y esas cuestiones.
Pero el oficialismo aventura tormentas. Se adivinan cielos negros y cargados. Indicios, leves murmullos y un cierto abandono de ciertas pautas, hacen temblar las hojas de un bosque nunca pacífico.
Se endurecen algunos síntomas.
Los muchachos de uno y otro lado están comenzando a hacer cuentas.
Si bien todavía no entramos en el año electoral. Todos suman con sus lapicitos gastados. ¿Hay correlación de fuerzas? ¿La táctica o la estrategía?
Oktubre como le pronosticaban los redondos en su primer disco.
Así vamos. Comenzaron a circular rumores y el avispero se inquietó.
Entonces prefiero quedarme con un hombre que le hablaba al pueblo por una radio, hace mucho tiempo. Un tipo que había escrito tangos. Que sabía ser testigo de las tragedias de lo que nada tenían. Ahí en es en donde Discépolo acuerda con la historia. Desde su programa, años después de sus éxitos, se arroja al fuego de esta historia, que desde su inicio generó odios, asesinatos y persecuciones. No era nada hasta que se hizo peronista.
Y desde allí, asomado a esa piel que se forjó en torno a una idea, el le habló a esos hombres y mujeres. Descifró como pocos los tiempos que se vivían en un país en donde todo no era para todos. Recibió en cambio y cada día puntualmente en su casa, encomiendas con deshechos, paquetitos con primorosos restos orgánicos del gorilaje enardecido. Mientras escribían en esa pared vivas a la enfermedad que se llevaba a Eva. Mientras preparaban paredones para acabar con tanta historia sublevada.
Así y por eso, en estos tiempos que corren quiero acordarme de él y disfrutar desde ese mar inquieto que somos.
El programa se llamaba "Mordisquito" y era su defensa diaria a un gobierno popular.

No hay té de Ceylan 

"Resulta que antes no te importaba nada y ahora te importa todo. Sobre todo lo chiquito. Pasaste de náufrago a financista sin bajarte del bote. Vos, sí, vos, que ya estabas acostumbrado a saber que tu patria era la factoría de alguien y te encontraste con que te hacían el regalo de una patria nueva, y entonces, en vez de dar las gracias por el sobretodo de vicuña, dijiste que había una pelusa en la manga y que vos no lo querías derecho sino cruzado.

¡Pero con el sobretodo te quedaste! Entonces, ¿qué me vas a contar a mí? ¿A quién le llevás la contra? Antes no te importaba nada y ahora te importa todo. Y protestás.¿Y por qué protestás? ¡Ah, no hay té de Ceilán!.

Eso es tremendo. Mirá qué problema. Leche hay, leche sobra; tus hijos, que alguna vez miraban la nata por turno, ahora pueden irse a la escuela con la vaca puesta.¡Pero no hay té de Ceilán! Y, según vos, no se puede vivir sin té de Ceilán. Te pasaste la vida tomando mate cocido, pero ahora me planteás un problema de Estado porque no hay té de Ceilán.

Claro, ahora la flota es tuya, ahora los teléfonos son tuyos, ahora los ferrocarriles son tuyos, ahora el gas es tuyo, pero…no hay té de Ceilán! Para entrar en un movimiento de recuperación como este al que estamos asistiendo, han tenido que cambiar de sitio muchas cosas y muchas ideas; algunas, monumentales; otras, llenas de amor o de ingenio; ¡todas asombrosas! El país empezó a caminar de otra manera, sin que lo metieran en el andador o lo llevasen atado de una cuerda; el país se estructuró durante la marcha misma; ¡el país remueve sus cimientos y rehace su historia!

Antes no había nada de nada, ni dinero, ni indemnización, ni amparo a la vejez, y vos no decías ni medio; vos no protestabas nunca, vos te conformabas con una vida de araña. Ahora ganás bien; ahora están protegidos vos y tus hijos y tus padres. Sí; pero tenés razón: ¡no hay queso! Hay miles de escuelas nuevas, hogares de tránsito, millones y millones para comprar la sonrisa de los pobres; sí, pero, claro, ¡no hay queso! Tenés el aeropuerto, pero no tenés queso.

Sería un problema para que se preocupase la vaca y no vos, pero te preocupás vos. Mirá, la tuya es la preocupación del resentido que no puede perdonarle la patriada a los salvadores.

Para alcanzar lo que se está alcanzando hubo que resistir y que vencer las más crueles penitencias del extranjero y los más ingratos sabotajes a este momento de lucha y de felicidad. Porque vos estás ganando una guerra.

Cuando las colas se formaban no para tomar un ómnibus o comprar un pollo o depositar en la caja de ahorro, como ahora, sino para pedir angustiosamente un pedazo de carne en aquella vergonzante olla popular, o un empleo en una agencia de colocaciones que nunca lo daba, entonces vos veías pasar el desfile de los desesperados y no se te movía un pelo, no. Es ahora cuando te parás a mirar el desfile de tus hermanos que se ríen, que están contentos… pero eso no te alegra porque, para que ellos alcanzaran esa felicidad, ¡ha sido necesario que escasease el queso!.

No importa que tu patria haya tenido problemas de gigantes, y que esos problemas los hayan resuelto personas. Vos seguís con el problema chiquito, vos seguís buscándole la hipotenusa al teorema de la cucaracha, ¡vos, el mismo que está preocupado porque no puede tomar té de Ceilán! Y durante toda tu vida tomaste mate!

¿Y a quién se la querás contar? ¿A mí, que tengo esta memoria de elefante?."

Enrique Santos Discépolo, 1951.


Espero que sirva, para entender que entre el  ayer y hoy, solo se entronca un espacio de tiempo. Las condiciones si bien diferentes, se parecen a este presente. Solamente en el borde a lo mejor, pero de alguna forma sintetizan esta tensión que habitamos en tanto ciudadanos de un país, que sigue sometido a las mismas dinámicas estructurales de siempre.
En fin, que ha comenzado octubre y todavía faltan cosas por ver y por organizar. Entre ellos y nosotros, hay una historia grande como nuestra alegría y nuestras certezas.
Un fuerte abrazo.