En Zona

lunes, 28 de noviembre de 2016

El Primer Dia






Con la muerte de Fidel Castro pareciera cerrarse un ciclo histórico y potente que marcó los ejes de la política continental desde hace alrededor de 57 años.
Rodeada, sitiada, bloqueada, Cuba se enfrentó al imperialismo de frente, desudando de una vez y para siempre el rostro imperial de los Estados Unidos para con su patio trasero.
Expulsada de la OEA, Cuba logró a pesar de todo esto, ser el faro de un continente emergente e insurgente. Por lo tanto esta isla entrañable y querida, se convirtió en el primer territorio liberado de nuestra América Latina. Allí se derrotó no solamente a 11 presidentes de los Estados Unidos sino que también se derrotó el analfabetismo y otras enfermedades de la dependencia. Se hizo historia por lo tanto.
El Comandante Castro se convirtió en ese paisaje que acompañó cada una de las luchas populares de este continente. Su imagen, sus palabras y su presencia conformaron ese espíritu rebelde necesario y emblemático.
Castro nos acompañó desde aquel 26 de julio de 1953, con el intento de copamiento del cuartel Moncada. Ahí y posteriormente en el juicio que se llevó a cabo, comenzó una de las historias más profundas que se hayan dado sobre el territorio continental de todo el siglo XX.
Después y coincidiendo con las fechas, un 25 de noviembre de tres años después, en compañía de Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos, su hermano Raúl, Juan Almeida entre los 82 tripulantes que conformaron la fuerza revolucionaria, se construyó una historia que sigue emocionando como una verdadera gesta y que confluye de forma inequívoca en aquel 1 de enero de 1959 con la entrada de los rebeldes en La Habana, triunfante.
Hasta aquí, una simplificada biografía de un líder importante y vital de Latinoamérica, hecho que se confunde con la de su pais hasta convertirse en una sola. Hablar de Castro es hablar de Cuba y viceversa.
El viernes 25 de noviembre de 2016 comenzó oficialmente el siglo XXI. La historia mundial así parece describirlo. Nada de lo habitual y trágico que forjó al siglo pasado parece haber sucumbido con el cambio de siglo, es más, las contradicciones sigue latentes, las injusticias continúan vigentes y sin embargo la muerte de Fidel Castro, tiene la suficiente fortaleza simbólica como para definir por si sola, la clausura y el posterior inicio de otro siglo en la historia de la humanidad.
Esta es la historia de vida de este mundo.
La carga de estos hechos significativos, son en definitiva los mojones que la historia va dejando a la hora de bordar el tejido interminable de la historia del hombre sobre esta tierra, sus luchas, sus triunfos y sus derrotas.
¿Con Castro se cierra la historia? O ¿La historia de los hombres se hace a pesar de los hombres sus nombres, sus hechos fundacionales?
Siempre el que se va deja su marca, pero también es cierto que se lo reemplaza por otro para seguir avanzando a pesar de la tristeza.
Por eso aquel 25 de noviembre de 1956, el Gramma zarpando desde México no se dirigió solamente y solitariamente hacia Cuba, se dirigió a todo un continente de postergados, perseguidos, hambreados, de fusilados y bombardeados, de encarcelados y silenciados. El Gramma con Fidel y el Che, con Camilo y Raúl a bordo se dirigió a nuestra patria grande para señalar la ruta, una de las rutas a seguir en pos de la liberación nacional.
Anoto al margen.
En el año 1973, siguiendo expresas ordenes del General Perón, la Argentina fue el primer y único país en romper el bloqueo sobre Cuba, algo que nunca fue perdonado por el imperialismo.
Otra.
“Antes de morir se habrán destruido los Estados Unidos” dijo Fidel no hace mucho. Semanas antes de este 25 de noviembre, Trump ganaba las elecciones en dicho país. Irónico pero certero como en casi todas sus apreciaciones.
Compañero Comandante Fidel Castro. Presente!

viernes, 25 de noviembre de 2016

Marcos Ana poeta








Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.
Que entren la noche y el día,
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.
Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.
Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.

Se ha muerto un poeta, ya el mundo es más ancho, está más vacío, más solo, lento, en pleno viraje al gusano. Su nombre era el nombre de sus padres, fue el preso político más preso por más tiempo en la dictadura ciega y negra y católica de Franco y los suyos. Se murió un poeta y hoy el mundo enmudece un poco más, se pone más gris y llueve despacio la lluvia que camina descalza.
¿CÓMO ES LA VIDA?
Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto de un río,
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar. Habladme
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor: no lo recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una sepultura
y la canción de mis losas?
Veintidós años… ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma…
Escribo a tientas: “el mar”, “el campo”…
Digo “bosque” y he perdido
la geometría de un árbol.
Hablo por hablar de asuntos
que los años me borraron.
(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario).


Mientras tanto el mundo sigue andando. Comenzó a hacer calor. A veces pasan hombres de a caballo por esta calle. El tiempo baila. La memoria es el único escondite que nos sigue a todos lados. Los días son ya más largos. Pero un poeta ha muerto y eso detiene el mundo a la hora de la siesta, la hora de las moscas. Se llamaba Marcos Ana, fue el preso más eterno de la barbarie en un país lejano. Escribió para nosotros y eso nos queda a nosotros en estas horas muertas.

jueves, 17 de noviembre de 2016

El asombro asomando tibio



De a poco, casi como en un sueño se nos escapa este año, cambiante, loco y definitivamente inserto ya en un nuevo siglo. El anterior quedó sepultado. Los tiempos están cambiando. La sensación de cambio es palpable, la certeza de estar al borde de algo que no tiene nombre, que es en parte indescifrable y casi terrible.
Es, pareciera ser, algo que tiene que ver con el cambio. Ver, poder palpar dicho cambio, causa la sensación de estar ante algo impreciso. Rabioso, pero impreciso. Saliendo de ese nosotros, que a veces somos para enjuagar penas y miserias, nos quedamos en ese yo que a veces somos y que a veces, no tan seguido, logramos reconocernos en ese estadio.
El mundo se prepara para que la derecha haga la primera revolución del siglo. Entierran la globalización y ejercen la no representación como audacia no permitida. El mundo, ahora el mundo gira a la derecha y elige otro gesto.
La sensación de caminar sobre cristales. De pensar en lo irredento del destino, de la palabra, del cuerpo.  Un nuevo orden o desorden mundial comienza, acaba de hacerlo, se mezclan los olores y el enemigo de ese silencio nuestro, es la resaca como dicen del sistema. El excedente.
Acaba de cambiar el mundo y lo que viene, es a lo mejor como la película de Bob Fosse, Cabaret, con ese escena inquietante que retumba en las coincidencias de estos tiempos.


Acaba de mutar el paradigma, se disolvió y ya no queda nada. Sólo la tenue sensación de lejanía que acaba de ingresar en nuestras vidas sin darnos cuenta. 
La producción cultural también deberá modificarse, algo que deberemos tener en cuenta, ya que nuestros presupuestos de hace un rato, seguramente en breve no tendrán casi valor, en las próximas semanas habremos de envejecer años y años en contradicción con nuestros modos de analizar, pensar y comunicar.
Así de esta manera nos vamos habituando morosamente al asombro de derecha que se descuelga de esta historia que ha comenzado a moverse con peligros y amenazas para con los distintos, los diferentes, lo que vienen sin historia por detrás.
Me quedo pensando en la soledad que nos define. 
Mientras tanto en un lejano país del sur, el argentinito sigue pensando que el centro de todo, es él, somos nosotros y que el mundo, como siempre queda demasiado lejos de nosotros, de ese nosotros de opereta rancia.
Que no sea nada.